sábado, 25 de octubre de 2008

Polaris

Que distinto es cuando vivimos nuestra vida teniendo una razón, un porque, un objetivo, algo en definitiva que nos estimule, que nos dé ánimos para sobrellevarla cuando las cosas no salen tan bien como uno las imaginaba.
A las personas que han formado una familia, esta les hace de motor de empuje y de gasolina a la vez, para vivir disfrutando y para no bajar los brazos cuando la mano viene desfavorable.
Los que no, en cambio, tienen que encontrar o crearse esas razones para no desviarse demasiado en el llevar de sus vidas. Algunos se meten de lleno en sus trabajos, otros se buscan actividades que los involucren en compromisos sociales de cualquier tipo, etcétera. Pero lo que está claro es que siempre hay que tener un objetivo que nos sirva de guía, para no perdernos, para no estancarnos, como Polaris, la estrella del norte de la que se servían los marinos antiguamente.
Cuando vemos a alguien que vive de excesos, que se deja estar, aunque sólo sea en ocasiones, seguramente será una persona que ha perdido o se ha alejado bastante de su estrella, y eso debe ser difícil de llevar.

“El alma resiste mucho mejor el dolor agudo que la tristeza prolongada”

gah

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